El viento es el motor de nuestro clima. En nuestras latitudes, provoca un cambio entre zonas de alta y baja presión. Nos trae tanto el sol como la lluvia. En los meses de invierno, explotan regularmente y se convierten en poderosas tormentas. Pero el cambio climático está provocando cambios en las condiciones actuales del viento en todo el mundo, con consecuencias nefastas.
Los huracanes del Atlántico, que se acumulan sobre los trópicos y regularmente destruyen áreas enteras en la costa este de los Estados Unidos, se están volviendo más fuertes y traen consigo más y más lluvia. El daño que causa es devastador. El aumento de las temperaturas en el hemisferio norte hace que el sistema de viento oscile a una altitud de unos diez kilómetros. La corriente en chorro del Ártico impulsa regiones de alta y baja presión alrededor de la Tierra. A una velocidad de hasta 500 kilómetros por hora, caza en dirección oeste-este alrededor del planeta.
Pero en los últimos años, los meteorólogos han descubierto que hay cada vez más fases débiles, con consecuencias desastrosas también para Europa. Las sequías como la de 2018 o los desastres lluviosos como el del verano de 2021 son cada vez más probables. Los investigadores están buscando la causa en el Ártico. Las temperaturas están subiendo allí más rápido que en el resto del mundo.
Los meteorólogos ya han detectado desarrollos alarmantes en Spitsbergen. El cambio climático está cambiando los vientos, y los vientos cambiantes están acelerando el cambio climático, un círculo vicioso que ha convertido a nuestro motor meteorológico en un peligroso impulsor del cambio climático.
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