Europa: No es densamente arbolado.
Europa: ¿un bosque denso? Es posible que este no haya sido el caso incluso antes de la llegada de los humanos. Los pastizales probablemente cubrían al menos la mitad de nuestro continente.
Hay muchas leyendas en torno al Bosque Alemán, entre ellas el hecho de que, ya en la época de los pueblos germánicos, era en su mayor parte un bosque impenetrable. Por supuesto, tales ecosistemas existían en el territorio de la futura Alemania y en otras regiones de Europa central y occidental. Pero otro estudio sugiere que grandes zonas del continente en realidad fueron deforestadas y correspondían a la sabana africana: mantenían herbívoros abiertos como elefantes, rinocerontes, ciervos, ganado vacuno, caballos salvajes y otras especies. Esto es lo que informaron Elena Pierce de la Universidad de Aarhaus y su equipo en “Science Advances”..
Esto era cierto incluso en el período anterior a la llegada del hombre moderno, como muestra la mirada del grupo de trabajo a la última fase de la Edad del Hielo, hace entre 115.000 y 130.000 años. Para ello, el equipo analizó muestras de polen de diferentes regiones europeas: aunque hoy el clima es similar, descubrieron un rico mosaico de diferentes especies de plantas. Según los datos, al menos el 50 y quizás hasta el 75 por ciento del área estaba cubierto de pastos, hierbas, arbustos y árboles amantes de la luz, mientras que las especies de bosques cerrados eran raras en estas áreas. En consecuencia, aquí debieron predominar las tierras abiertas, mientras que en otras áreas los bosques densos dominaban.
Por ejemplo, es frecuente encontrar polen de avellano, una especie que desaparece en los bosques oscuros de hayas o abetos y prefiere zonas más claras o terrenos abiertos. Además, las avellanas toleran el ramoneo de los animales de caza, que todavía abundaban en el período comprendido entre las últimas glaciaciones. Los grandes herbívoros hicieron que muchas especies típicas de bosques cerrados no aparecieran o lo hicieran con dificultad, al tiempo que promovieron representantes como las avellanas o las gramíneas. Por otra parte, el fuego pudo haber jugado un papel secundario. La gran cantidad de herbívoros también se refleja en la cantidad de escarabajos peloteros fósiles que utilizan las heces de grandes herbívoros.
Los estudios de los ecosistemas existentes también muestran que los grandes herbívoros como los bisontes, los elefantes y los rinocerontes suprimen los árboles y promueven pastos y pastos. Sin su influencia, las sabanas o partes de las praderas de América del Norte se volverían más densas en plantas leñosas. Otra evidencia de la tesis de los megaherbívoros proviene de un fósil de rinoceronte de Polonia, en el que se encontraron polen de avellana y ramitas entre sus dientes. Además, los dientes presentaban signos de desgaste propios de comer hierba y juncos.
“Ahora sabemos que el panorama en aquella época era muy diverso. Todo indica que esta diferencia surgió por la influencia de los grandes animales sobre la vegetación. «Muchas de estas especies de la Edad del Hielo ahora están extintas, pero todavía tenemos bisontes, caballos y ganado nativos», dice Pierce. Por eso es importante que devolvamos los grandes herbívoros a los ecosistemas si queremos impulsar la biodiversidad. Precisamente por esta razón, muchos ecologistas apoyan las llamadas praderas silvestres como medida de conservación de la naturaleza, donde pastan ganado, búfalos de agua, caballos y ciervos.
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