Su prematura muerte los separa, pero su compromiso con los más débiles los une para siempre. Le encanta Sudáfrica…
Después de su divorcio del príncipe Carlos (73), la princesa Diana (36) fue considerada una extraña, incluso una alborotadora. Un destino similar le ocurriría a su hijo décadas más tarde, cuando eligió una vida lejos de los deberes reales.
Desde entonces, el príncipe Harry, de 36 años, que tenía 12 cuando murió Diana, y su esposa Meghan, de 40, han estado tratando de defender a los socialmente desfavorecidos. Al igual que su madre durante años.
Not Forgotten: Fotografías de Diana con pacientes de SIDA en las décadas de 1980 y 1990. Les di la mano sin guantes y abracé a las personas afectadas por la pandemia intratable y altamente contagiosa. Lo que hoy se daba por hecho se consideraba tabú en aquel entonces. Pero Diana no.
El presidente sudafricano Nelson Mandela († 95) dijo sobre las fotos que se han vuelto virales en todo el mundo: «Los vimos sentados en las camas de los pacientes con sida y dándose la mano, y eso malinterpretó mucho el sida».
Se dice que Diana y Mandela tuvieron una relación íntima cuando estaban vivos. Ambos enfrentaron grandes obstáculos en su camino para luchar por la justicia.
El príncipe Harry también se siente conectado con el país de Sudáfrica, la antigua colonia de Gran Bretaña. En 2019, Harry y Meghan visitaron a la viuda de Mandela, Graça Machel, y hablaron sobre posibles proyectos futuros.
El lunes, Harry hablará en las Naciones Unidas en Nueva York en el Día Internacional de Nelson Mandela, un día que conmemora al luchador por la libertad que murió en 2013.
El lema del Día de Nelson Mandela de este año es «Haz lo que puedas, con lo que tienes, estés donde estés». Se dice que el discurso de Harry está relacionado con el impacto del cambio climático y el hambre en el mundo. Y ciertamente también por el esfuerzo de su madre.
Un gran paso para el Príncipe en su nueva vida en los Estados Unidos, y un paso aún más grande en los pasos de la Princesa Diana…
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