En 2005, la nave espacial Cassini pasó algo que nadie esperaba en su camino a través del sistema de Saturno: vapor de agua. Se roció desde las grietas en la corteza de la luna cubierta de hielo Encélado a una velocidad de unos 1.300 kilómetros por hora. Este descubrimiento ha inspirado la planificación de misiones a lunas en el sistema solar exterior. Se sabe que al menos seis de ellos, tres en Júpiter, dos en Saturno y uno en la órbita de Neptuno, albergan océanos de agua líquida en algún lugar en capas entre el núcleo cálido de los cuerpos celestes y la capa helada.
En la Tierra, el agua es el requisito principal para, como se dice, «la vida tal como la conocemos». Aparte de nuestro vecino Marte, cuyas dunas la humanidad ha estado explorando durante medio siglo, las lunas heladas de los exoplanetas se encuentran entre los candidatos más prometedores en la búsqueda de signos de vida extraterrestre pasada o presente en el sistema solar.
En abril de 2023, la sonda espacial europea JUICE se lanzó hacia el gigante gaseoso Júpiter y sus lunas heladas Europa, Calisto y Ganímedes. La sonda estadounidense Europa Clipper seguirá en 2024. Juntas, deberían ampliar enormemente nuestro conocimiento del sistema solar exterior. Incluso pueden cambiar nuestra perspectiva cósmica de una manera igualmente revolucionaria porque el descubrimiento de estas lunas en el siglo XVII derrocó la visión geocéntrica del mundo…
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